El miércoles 15 de noviembre nos reunimos en la biblioteca para comentar la
lectura del segundo libro de este curso en la actividad de Café literario: Un viejo que leía
novelas de amor de Luis Sepúlveda
Comenzó Pablo recordando el contenido de una charla de Sepúlveda que dio
recientemente en Palencia, y de la que nos había informado en un correo
electrónico: “en la que habló de sus
experiencias en los lugares más remotos e inhóspitos del mundo, experiencias
que acabó plasmando en sus libros, porque una característica importante de la
obra de Sepúlveda es la autobiografía.
Aparte de escritor
comprometido (un poco como Zola), una de las pasiones de Sepúlveda es el viaje,
al que con frecuencia se ha visto abocado. Entre los capítulos más destacados
de su intensa vida (y digo capítulos porque a veces parecía estar contando
el argumento de una novela), destacan la pertenencia a la guardia personal de
Salvador Allende, por quien sigue mostrando una admiración absoluta, una
expedición que acabó en solitario por el Amazonas con los indios shuar (que le
sirvió de base para Un viejo...),
la participación en las movilizaciones de Greenpeace en los puertos japoneses
para impedir la salida de la flota ballenera (El mundo del fin del mundo), la creación de una biblioteca
pública en los campamentos de Tinduf, donde están exiliados los saharauis,
etc., etc.
En cuanto a Un viejo..., surgió de una expedición
auspiciada por la UNESCO para realizar una investigación sobre los indios
shuar, los jíbaros, famosos por reducir las cabezas de los enemigos asesinados
en combate. En un principio, Sepúlveda, exiliado en Ecuador, no iba a
participar en el viaje, pero la ausencia de un antropólogo le permitió
incorporarse al equipo. Mientras se adentraban en la selva se dieron cuenta de
que, aunque los trabajos llevaban el membrete de la UNESCO, estaban
patrocinados por una empresa petrolera que quería un censo y la ubicación
de la población shuar porque bajo sus pies había grandes bolsas de crudo. El
grupo optó por no continuar. Pero Luis Sepúlveda no regresó con ellos. Con las provisiones
de todos los miembros se internó en el Amazonas y llegó a trabar contacto con
los jíbaros, con los que convivió durante unos siete meses. Sepúlveda estaba
convencido de que de aquella experiencia surgiría una novela, y así fue,
pero diez años más tarde y en una isla croata. Un viejo que leía novelas de amor fue un gran éxito
editorial, una historia de una gran humanidad, escrita de una forma muy bella y
muy amena. Una lectura para disfrutar y para comentar…”
En esta ocasión vinieron nueve madres y
cinco profesores.
La elección del libro fue un éxito, gustó mucho a todos, incluso a pesar de
que el tema de la selva no nos es cercano, según destacó alguna. Lo que más
gustó fue la forma de narrar de Sepúlveda, esa manera magistral de enganchar al
lector como si se tratara de un cuento, una forma sencilla, clara y atrayente.
Al finalizar la sesión se aceptó como siguiente lectura Nunca
me abandones de Kazuo Ishiguro.