Como todo el mundo sabe, desde hace años se celebra en España la fiesta de Halloween, a pesar de que las raíces no están en nuestra tierra.
Halloween tiene su origen en una antiquísima fiesta celta llamada Samhain o Shamhain, que significa “el final del verano”. En aquellos tiempos remotos, ese día marcaba el final de las cosechas y del año celta. También era una celebración en la que se rendía homenaje a los muertos. Según las creencias celtas, durante esa noche apenas había separación entre el mundo de los muertos y el de los vivos, o sea, se creía que era posible acceder al otro mundo directamente o entrar en contacto con seres del más allá y con seres mágicos (elfos, hadas, duendes…). Ese carácter sobrenatural se trasladó luego a otros ritos y cultos asociados con la magia y la religión, de ahí que Halloween se conozca también como el Día de las brujas.
Cuando el cristianismo se extendió por Europa adaptó muchas de las fiestas paganas a la nueva religión. Al no poder desterrar la fiesta de Samhain y su fuerte significado simbólico, la Iglesia decidió crear el Día de todos los santos. De este modo, no sólo se recordaba a los difuntos, sino que se aprovechaba esta fecha para inculcar en los fieles el miedo a la muerte. Es un día de oraciones y de visitas al cementerio, una manera de recordar a los seres queridos que ya no están con nosotros.
Volviendo a la tradición celta, se dice que en la noche de Samhain, además de las luminarias se dejaba comida en la entrada de las casas, en los altares y en los caminos para que los seres del otro mundo pudieran saciar su hambre. Se dejaban alimentos especialmente para los espíritus perdidos o los que no tenían descendencia.
El famoso Día de los muertos, tan celebrado en México y Centroamérica, tiene mucho de esta tradición que combina elementos paganos y cristianos (llevados al Nuevo Mundo por los españoles) y aspectos de la cultura precolombina que, al igual que otras muchas culturas, concede un papel primordial a los ritos relacionados con la muerte. Los mexicanos honran a sus difuntos ese día con bailes y comida variada, pero, al mismo tiempo, quieren alejarse del miedo que les produce la muerte; por eso han desarrollado una parafernalia que satiriza y ridiculiza todo lo referente al más allá usando calaveras coloridas y catrinas.
En España cada vez es más habitual encontrar lugares públicos en los que se pueden ver objetos y colores relacionados con esa tradición pagana. Por eso en nuestro instituto también nos sumamos a esa celebración decorando la entrada y las puertas de las aulas y disfrazándonos de forma terrorífica.
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