Las canciones, como agentes de socialización, han mostrado tener un gran poder y una importante vocación educativa y son esenciales en el proceso de construcción social de identidades y estilos culturales e individuales.
Una utilización correcta de las canciones puede fomentar valores sociales y activar movimientos de opinión, hasta el punto de llegar a ocupar un importante espacio en la construcción social de la realidad, ya sea legitimando los fenómenos sociales o poniéndolos en cuestión. Es en este último sentido, donde hemos trabajado a lo largo de las sesiones, teniendo en cuenta el contexto teórico, analizando el contenido de una pequeña muestra de canciones relacionadas con la violencia de género acumuladas a lo largo de varias décadas, con el fin de identificar letras en las que apareciera la violencia contra las mujeres.
Se han trabajado las canciones como una parte esencial de nuestra memoria biográfica; cualquier época de nuestra vida va unida a una canción, a un tipo de música o a una melodía que nos ayuda a recordar y nos acompaña, desde la infancia hasta la madurez, sonorizando nuestro desarrollo y mostrándonos, de una manera particular, la forma de ser de la sociedad. Son, por tanto, fundamentales en la vida cotidiana como una forma ideal de transmitir información y valores, pero que, en la mayoría de las veces, no se tiene una actitud crítica ante los impactos de sus mensajes.
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