DEPARTAMENTO DE BIOLOGÍA (CON LA COLABORACIÓN DEL DEPARTAMENTO DE HISTORIA)
El lunes 8 de abril, un grupo de 25 alumnos de 1º de ESO, y dos de 1º de PMAR, acompañados por dos profes, Tatiana y Víctor, fuimos a formarnos y a informarnos de la importancia del bosque, de su conservación, de los peligros del fuego y cómo un montón de valientes, arriesgan su vida para conservar nuestro patrimonio, nuestra biodiversidad, combatiendo ferozmente a las llamas cuando se produce un incendio. Allí nos dieron unas charlas dos chicas muy amables, pudimos tocar, oler, sentir el bosque y también, por desgracia, el olor y ese sabor que queda en la boca después de la devastación por un incendio. Aún nos queda algo de trabajo por hacer, un spot publicitario y tenemos que participar todos: necesitamos vender a los mayores, la importancia que tiene nuestro entorno, y los recursos que nos proporciona la naturaleza.
Después, y gracias a la profe Tatiana, hicimos un recorrido por lugares históricos y pintorescos de la ciudad de León. En primer lugar vimos la fachada del Parador de San Marcos, de “estilo Plateresco” dijo Tatiana, y que allí había estado encarcelado un señor que debió ser muy importante, porque también lo estudiamos en Literatura, que se llamaba Quevedo.
Caminando por las calles de la ciudad, cruzando la plaza de la Inmaculada, y atravesando la de Santo Domingo, pudimos atisbar otro edificio que me recordaba a esos castillos de Disney. Es el Palacio de los Botines, que construyó Gaudí, un famoso arquitecto catalán de finales del siglo XIX.
Después de que nos lo explicaran y aunque estábamos cansados y hambrientos, caminamos bordeando la muralla en dirección al Centro de Interpretación del León Romano. ¡Cuántas cosas aprendí allí! Cómo eran las legiones, y las cohortes romanas, las plantas rectangulares de los campamentos, las espadas, armaduras, puñales, escudos sandalias, ¡Un sinfín de cosas chulas! Nos contaron la historia de los Reinos de León, el por qué es la cuna del parlamentarismo y un guía muy atento nos mostró unas actas de un libro del siglo XVI. Eso sí que era un libro gordo y no los nuestros de clase. Estaba escrito en una letra difícil de entender, para hacerlo hay que estudiar Paleografía por lo menos.
Paramos a comer el bocata en el parque del Cid y después continuamos nuestro itinerario descubriendo el románico leonés cuyo buque insignia es San Isidoro. Ahí pudimos ver el arco de medio punto, las ventanas pequeñas y el taqueado jaqués, que parecía a un tablero de ajedrez.
Cada vez estábamos más cansados, y con ganas de volver a casa, nos dolían un poco los pies, bueno, a unos más que a otros. Caminar por las calles asfaltadas es a veces peor que por caminos de tierra.
Después de atravesar por un montón de calles estrechas, al fondo se abría paso la catedral de León. Algunos la llaman la “pulcra leonina”. Tatiana nos dijo que se había construido en honor a la Virgen Blanca, y nos explicó que era de estilo gótico, que observáramos los arcos apuntados, que ya no tenían nada que ver con los del románico, los enormes ventanales con las vidrieras, los arbotantes… Y entramos. Se veía un sitio, no sé muy bien cómo describirlo… tan sagrado… tan sobrecogedor, sobretodo con la música que íbamos escuchando de la audioguía. Después de recorrerla entera por dentro varias veces, contemplar las vidrieras, los retablos y las tumbas de algunos obispos, descubrimos al “topo de la catedral” y nos contaron su historia.
Cuando ya casi era la hora de irnos, nos dejaron comprar cosas, algunos compramos helados y otros chucherías y cola-colas. Fue el colofón final a un día estupendo. Llegamos muy cansados a Villalón. Eran casi las 7 de la tarde. Yo solo tenía ganas de irme a dormir, bueno, y de jugar al Fortnite.
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